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LA CIÉNAGA: La revalorización del monumento natural “La Plaza”, un sendero ecoturístico único en RD


Gerson Terrero Amador

Cuando se habla del Monumento Natural “La Plaza”, la gente pensará que este nombre nadamás se refiere a una poza rodeada de grandes piedras que es la primera de gran belleza y magnitud que aparece por el camino que lleva el mismo nombre. Pero La Plaza es mucho más: es un corredero de pozos, saltos y callejones de aguas semejantes a pedazos de cielos que van desde el conocido primer lugar hasta el sitio en el que el río finaliza o comienza allá en el sombrero de la sierra.

La nueva historia de este lugar comienza por la reducción del cauce del río Nabo. Durante miles de años un océano de aguas hirió de amor y como un rayo a una piedra tan extensa y enorme como un planeta. De ese matrimonio milenario nació uno de los lugares más atractivos y hermosos de nuestro país, tanto, que es imposible estar allí sin permanecer siempre impresionado. Se trata de un “lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos” que son bañadas por las aguas que a su alrededor danzan. La brisa allí siempre se mueve en todas direcciones mientras los pájaros vuelan y cantan. Abajo, sobre las piedras ya enormes, hay otro mundo espectacular: reptiles que susurran al caminar, arbustos que los sostienen, hermosos troncos sedimentados, peces que bailan, cangrejos que amenazan y los humanos, que se alegran, que disfrutan y que, por qué no decirlo, son los únicos que llevan allí la basura que otros seres humanos sensibilizados recogen para vertirla en su correcto lugar.

El largo sendero ofrece espacio para alegrar la vista y el corazón. Lo extraordinario comienza en La Plaza, pero dónde vamos a dejar al Cielito Hondo, a la Cueva del Agua, a Los Dos Cachones, a El Callejón de las Aguas, a la Cascada de los Vientos, a la Luna Enorme, a la Cascada de la Piedra, a el Camino de las Paredes de Piedras y al Vuelo de las Aguas: un lugar este último en el que el líquido fresco salta desde el afluente, choca con todo lo que hay fuera del río y luego vuelve a la corriente del hogar que rueda hasta el mar.

Troncos de árboles enormes aparecen a lo largo del sendero. Unos se sedientan y se vuelven piedras mientras que otros se recuestan a resistir para siempre los embates del tiempo. Tal es el caso del Árbol del Setentaisiete. Era éste un tatarabuelo al que de pronto atrapó un temporal. Batalló con los vientos toda la madrugada y durante horas y horas no perdio más que algunas ramitas de la periferia. Pero el árbol grande sólo atendía la amenaza que venía desde Las Auyamas, y la brisa, consciente de ello, sacó sus potentes brazos desde los lados de El Guayuyal y de sorpresa derribó por la espalda al enemigo mientras Queño, Tango y Julio Mayía miraban inmóviles desde los altos de Cuacho. El Árbol del Setentaisiete conserva allí en el Callejón de las Aguas su cuerpo seco como un residuo duro de la historia.

Sin embargo La Plaza, ese paraíso natural que todos amamos por todo su valor y belleza, merece hoy una revalorización total. Las autoridades del Distrito Municipal de Bahoruco, en La Ciénaga de Barahona, al junto de las autoridades de Turismo, debieran preparar una seriede acciones para agregar valor a dicho lugar. Mientras tanto, nosotros proponemos:

1) Que se instale una caseta a su entrada en la Escuela de Los Naranjos como medio de orientación y servicios y para que se tenga un control de las personas que visitan el lugar.

2) Que se le elabore un camino amplio o sendero ecoturístico para que la gente pueda llegar allí sin dificultades.

3) Que se le realice una jornada de limpieza, ya que los visitantes han vertido allí mucha basura.

4) Que se establezcan sanciones o multas para las personas que dejen marcados grafitis en las paredes de piedras, que lo único que hacen es estorbar la vista y a la vez revelar que el Estado necesita aumentar el presupuesto de Educación para que, entre un millón de cosas más, le haga entender al visitante que los monumentos naturales no se pueden alterar por el ego personal de ninguno en particular.

Porque amamos a nuestra infinita Región Enriquillo y a la vez damos la vida por sus recursos naturales hacemos estas propuestas. Nuestra zona se potencializa a cada paso y la mejor forma de ponernos a la altura de los nuevos tiempos es agregándole valor a las cosas que tenemos.

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